Fusión Unicaja-Liberbank: Menéndez y Medel le hacen la 13-14 a Azuaga… Y al baloncesto
Aunque con mucho menos ruido y boato que la de CaixaBank y Bankia la pasada, esta semana se ha materializado la fusión de Unicaja Banco y Liberbank. Una operación que ha costado sangre, sudor y lágrimas, que ha dejado unos cuantos cadáveres en el camino, que va a mandar a unos 2.000 empleados a la calle, que puede acabar con el histórico equipo de baloncesto malagueño y de la que no se ha escrito la última palabra. Ni siquiera la penúltima.
Como es bien sabido en el mundo empresarial, en las negociaciones de una fusión lo primero que se resuelve son los sillones, antes incluso que el reparto del capital. Es decir, los puestos de poder: quién va a mandar, quién va a seguir y quién se va a ir y con qué caramelo (léase indemnización) para endulzarlo. Las personas. Y eso fue lo que estuvo a punto de hacer descarrilar la operación a finales del año pasado, que se salvó únicamente por la presión del BCE (léase Luis de Guindos) para que se dejaran de peleítas de poder y la cerraran de una vez.
Manuel Menéndez, omnipotente consejero delegado (tiene un presidente florero, como Bankinter) de Liberbank, es famoso en el mundo financiero por su ambición. Pasó de presidente de una pequeña caja regional, Cajastur, a uno de los jugadores importantes del sector gracias, primero, al favor que le hizo al Gobierno de Zapatero quedándose (con unas importantes garantías contra pérdidas futuras) con CCM, la primera caja que quebró en 2009 y con la que ni Solbes ni MAFO sabían qué hacer. Y después, gracias a la fusión con Caja Cantabria y Caja Extremadura para formar Liberbank, en la que demostró su ojo clínico al dejar fuera a la alicantina CAM, «lo peor de lo peor» según dijo después el citado exgobernador del Banco de España.
En todas las operaciones en que se ha embarcado, ha exigido mandar, y eso es lo que ha hecho fracasar a la mayoría. Por ejemplo, un proyecto en 2008 de unión de Cajastur, Caja Murcia y Caja Navarra, donde los egos de Menéndez, Carlos Egea y Enrique Goñi impidieron un acuerdo para repartirse el poder, y donde alguno dijo que el asturiano se creía «la reina de los mares». Igual suerte -y por el mismo motivo- corrió el posterior proyecto de fusión en 2014 con Ibercaja para formar Libercaja.
La guerra de Medel, Azuaga y Menéndez
Ahora, a pesar de que ya habría fracasado el primer intento de fusión en 2019, Menéndez volvió a exigir mandar en la operación con Unicaja. Pero aquí tenía otro hueso muy duro que roer: Braulio Medel, hombre fuerte de la entidad malagueña desde tiempos inmemoriales. Medel se retiró a la Fundación Unicaja en 2016 y dejó la presidencia del banco a Manuel Azuaga, pero sigue tomando las grandes decisiones estratégicas, como Isidre Fainé en CaixaBank. Y no estaba dispuesto a renunciar en favor de Menéndez, pero tampoco a dejarle sin nada porque les une una vieja amistad: los dos son los últimos presidentes de las cajas del PSOE que quedan en pie y durante muchos años defendieron juntos la posición del partido en el sector.
Si dos son muchos para repartirse el poder, tres son multitud, así que Medel y Menéndez le han hecho la 13-14 (ya saben, esa llave fija que no existe) a Azuaga. Este exigió mantener su presidencia ejecutiva y dilató las negociaciones hasta que lo consiguió: finalmente, conservará el cargo y Menéndez será consejero delegado. Un esquema que augura luchas constantes pero que solo durará dos años, porque Azuaga se jubilará en 2023. Y ahí es donde se la colaron: él pensaba que en esa fecha se iría también Menéndez, pero resulta que no, que seguirá y, además, el nuevo presidente que nombre Unicaja no será ejecutivo. Es decir, el asturiano se tirará dos años en barbecho pero después conseguirá su aspiración de siempre: mandar.
Cuando Azuaga se dio cuenta de la jugada, se cerró en banda y amenazó con romper la baraja. Exigió nombrar en 2023 a otro consejero delegado y, si acaso, que Menéndez siguiera de presidente no ejecutivo. Su argumento era que Unicaja es el grande en la fusión y no va a entregar el poder al pequeño, y encontró el apoyo de la Junta de Andalucía con el peregrino argumento de que «los andaluces gestionan mejor». Estarían más guapos calladitos después de su actuación estelar en Abengoa (la Junta prometió poner 20 millones, luego se negó diciendo que no encontraba encaje legal y eso ha provocado el concurso de la matriz y la petición de rescate a la SEPI de la filial buena, Abenewco).
Volviendo a Unicaja, Menéndez montó en cólera y respondió que, si no iban a tener ningún poder y la ecuación tenía que ser 59,5%-40,5% para que la Fundación no bajara del 30% del capital y no perdiera sus actuales ventajas fiscales, se trataba de una absorción pura y que, en esas condiciones, Unicaja no tenía que negociar sino lanzar una opa. Bajo la presión asfixiante del BCE, el 23 de diciembre se celebró una conferencia al más alto nivel con responsables del BCE, la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, Azuaga y Menéndez, donde este último ofreció a una solución de compromiso: cuando se jubile Azuaga, Menéndez podrá su cargo a disposición del consejo.
A priori, parece una victoria de Azuaga porque Unicaja nombrará a nueve de los 15 miembros del nuevo consejo de administración, lo que le garantiza decidir el nombre del nuevo CEO. Por eso aceptó la solución y desbloqueó la fusión. Pero en realidad existe un pacto de caballeros entre Medel y Menéndez para que el asturiano siga en el cargo cuando llegue ese Rubicón. Además, el plan es que la fusión no se quede así sino que integre también a Ibercaja -siempre que se llegue a un acuerdo, claro- en el transcurso de esos dos años, como también adelantó OKDIARIO. Esa operación dejaría en papel mojado este reparto de poder.
Pero, ¿y si eso no sale adelante y si Medel no cumple el pacto o se ve obligado a dejar las riendas de la Fundación? El sevillano tiene 73 años y, además, hay un viejo asunto coleando de unos sobresueldos que denunció el Banco de España hace 10 años y que la Junta de Andalucía metió en un cajón, según El Confidencial. Viejo zorro como es, Menéndez se está trabajando ya al Gobierno autonómico para ganarse su favor: hace unas semanas se le vio almorzando con Juanma Moreno en un restaurante.
Fin de la subvención al baloncesto
Por si todo esto fuera poco, Unicaja la ha liado esta semana con el equipo de baloncesto. Con la caída del beneficio del banco y la limitación a los dividendos impuesta por el BCE, la caja de la Fundación tiene telarañas y pretende quitarle la subvención al club, que supone en torno a la mitad de su presupuesto, la próxima temporada.
La ciudad y el mundo del deporte se han alzado en armas pidiendo que Unicaja Banco, que pone la otra mitad del presupuesto como patrocinio, aporte la parte de la Fundación, es decir, que duplique su aportación. Y el banco pretende que su patrocinio siga igual, o sea, que se niega. Sin la mitad del dinero y con las canchas vacías, el Unicaja dejará de ser el equipo puntero que siempre ha sido en la ACB. Salvo que alguien lo evite. ¿A Menéndez le gustará el baloncesto?